PULSO
SINDICAL Nº 307 DEL 15 AL 29 DE FEBRERO DE 2016
pueblo
es recurso político, y no falta algún panuo que venga a la población,
y
que hablando por el pueblo, en un discurso bonito arregle la situación.
Pero
eso es lo menor, el mentir es profesión…”
Leña Gruesa, Quelentaro, 1969
El pueblo siempre ha sido el instrumento en
el que se apoyan los tránsfugas y demagogos, que de tanto en tanto necesitan
darse un barniz de humildad. No solo para no verse tan lejos de las masas
populares sino también para confundirlas, porque aún y pese a tanta mierda
estas masas de cuando en cuando intuyen su origen y su rol en la sociedad, e
intentan combatir al sistema que las oprime.
Porque, seamos claros, las clases
gobernantes y sus representantes y otros que bien bailan, han prostituido al
pueblo. Lo hicieron dependiente de las migajas que les arrojan, de los bonos y
de cuanta dadiva se les ocurre entregar en tiempos electorales y también cuando
la crisis del modelo es demasiados evidente y necesita retoques urgentes.
Los detentadores del poder y quienes
aspiran a sucederles, acostumbran a apelar a la confianza del pueblo a través
de lacrimógenos discursos. Se puede ver a las autoridades, todas ellas sin
excepción, meter las patitas a la tierra o el barro, bailarse una cumbia, una
cueca o lo que les pongan, tomar niños en brazos, abrazar a los más humildes,
quienes les tienden sus manos a ver si tocándolos se les pega algo de buena
fortuna.
Ellos son parte del pueblo dicen en sus
discursos y muchas veces el pueblo les cree y se friega. Ejemplos de aquello
tenemos de sobra y no debemos olvidarlo.
Sin embargo y hasta el golpe de estado de
1973, tal actuar era más propio de la derecha capitalista y oligarca y otros
iguales a ellos, aunque algo más cuidadosos en su decir y actuar y que se
llamaban de centro.
Su contraparte, la izquierda, recorría el
país promoviendo la organización, apoyando tomas de terrenos y huelgas,
exigiendo más salud y educación para todos. Se sacaban la cresta junto a los
más pobres y necesitados. No todos, pero si la inmensa mayoría.
Fue el avance en el bienestar de los más
necesitados de entonces, lo que puso en alerta a la derecha y al centro
golpista. Fue el aumento de la organización popular lo que llevó a los
poderosos a dar el golpe de estado, a detener, torturar, matar y desaparecer.
Y aún así y pese a los dolores, comenzó la
rearticulación popular, se organizó la rebeldía y se fueron ocupando los
espacios por tanto tiempo vedados.
Fue el momento para actuar de los
camaleones y lo ocuparon muy bien.
El tiempo no pasó en vano. Muchos
luchadores de antaño volvieron cambiados del exilio, olvidando propuestas y
sueños.
El pueblo ya no era un actor a considerar,
simplemente una compañía que no se podía rechazar a riesgo de aparecer
demasiado cerca con la derecha.
Se hicieron del gobierno y ocuparon en el
parlamento los espacios que habían negociado, previa oferta de una alegría que
hasta ahora no aparece, Las leyes prometidas a la población no avanzaron,
porque así lo estableció el pacto con el pinochetismo y porque nunca las
sintieron como propias.
Infiltraron, compraron conciencias,
entregaron compensaciones a algunos que en sordina las pedían. Anestesiaron al
pueblo y lo convencieron de la imposibilidad de recuperar lo perdido.
Dividieron las organizaciones sociales y
sindicales, corrompieron dirigentes, instalaron mesas de dialogo y conversación
social que no sirven para nada mientras no haya equivalencias mínimas entre
quienes participan de estos falsos instrumentos.
Sobre esta realidad debemos construir y
aquellos que comienzan a abrir los ojos y pretenden erigirse como guías de los
desencantados, harían muy bien explicando primero por que guardaron silencio por
tanto tiempo ante lo que era evidente y hoy aparecen sacando la voz y dando
pautas del que hacer futuro.
Lo contrario simplemente será seguir
mintiendo a nuestro pueblo y tengan la certeza, los que lo hacen, que tarde o
temprano deberán comparecer y explicar su actuar.
Este Febrero 2016 no ha sido distinto de
los anteriores y es reflejo inequívoco de la profundidad de la crisis.
Las sedes sindicales apenas si funcionan o
lo hacen de medio tiempo, no hay trabajo de propaganda y los trabajadores son
echados a la calle sin que a nadie parezca importarle. Ni una sola nota de
prensa para las opiniones y acciones de denuncia del movimiento sindical,
particularmente la opinión sobre las reformas laborales expuestas por la
CGT el CIUS, aunque debemos ser honestos
y reconocer que muy poco se ha hecho por romper esta tendencia. Esto los
abusados en sus derechos lo perciben y es por ello que aun se resisten a
organizarse. O cambiamos de actitud o no avanzaremos.
Febrero en Chile es festival, lo que a su
vez es sinónimo de banalidad, estupideces varias, dimes y diretes de personas
con un bajo nivel intelectual y pobre vocabulario, que suelen llamar la
atención por osadas y torpes actuaciones que ocupan primeras planas,
transformándose en tema de discusión mientras a nuestro rededor todo se
derrumba.
Por lo mismo no puede soslayarse el actuar
de algunas personas que sin ser humoristas han hecho uso de los casos de
corrupción, conflictos de intereses y un cuanto hay que se ha vivido, para
conseguir la aprobación y la risa franca de quienes los escuchan.
Y sin embargo me queda la impresión que a
esto le falta algo.
¿Por que estos acuciosos observadores de la
realidad nacional, no le han dicho a la población, que tales conductas
oprobiosas se mantendrán si no reacciona para eliminarlas?
Nadie puede obviar que si las cosas están
como están, obedece en parte a nuestra pasividad y falta de reacción. Seguirán
presentándose casos como los PENTA, CAVAL, SQM y si alguien cree que todo se
soluciona con la acida critica de uno u otro comediante, está en un profundo
error.
Solo la movilización organizada produce los
cambios. Que no se olvide.
Aumentó el valor del pasaje del Metro en $
20 en hora punta. Algunas decenas de personas manifestaron invitando a la
evasión, misma evasión que silente se aplica desde hace mucho tiempo en los
buses del Transantiago.
Mi impresión es que este no es el camino,
al menos no así como se viene haciendo.
No se avanza mucho evadiendo individualmente
el pago, mientras se mantiene el consumismo obseso, el desprecio por los demás
y los excesos de todo tipo.
No basta tratar de pasar colado en los
pagos de la movilización, es imperioso, fundamental entender que para que las
cosas cambien tiene que haber organización. Debemos exigir a quien nos gobierna
y emplea, el pago diario de ese gasto de locomoción y también la alimentación.
La organización en sindicatos, juntas de
vecinos, centros juveniles, la unión de todos los desencantados, debe culminar
en acciones masivas de esos millares que lo están pasando como la mierda.
Tomarse todas las estaciones del Metro y exigir
que se liberen los torniquetes. No parar hasta que se modifique el valor del
pasaje.
Para todo esto se requiere unidad y coraje.
Ponernos a trabajar para que cambien las cosas, por que tengamos claro que no
lo harán los comediantes, por muy buenas
intenciones que pudieran tener, ni tampoco aquellos que viven haciendo gárgaras
con el pueblo, sin preocuparse efectivamente de él.
MANUEL
AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE
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