PULSO SINDICAL Nº 373 DEL 01 AL 14 DE FEBRERO DE 2019
Tal y como lo expusimos en nuestro Pulso
anterior.
La propuesta de los “expertos en
fregarnos” y de los sindicalistas al servicio del capital comienza a tomar
cuerpo.
“En el marco de
la reforma laboral que el Gobierno espera presentar
en el mes de marzo, se dio a conocer su propuesta de crear un sistema
alternativo para las indemnizaciones laborales. De acuerdo a lo informado
por El Mercurio, la
alternativa que evalúa el Ejecutivo consiste en que el empleado
reciba medio sueldo por cada año de servicio, con un tope de 11 años,
cambiando el modelo actual que es de un mes por cada año con igual tope de
tiempo.
El sistema considera
que el pago de indemnización se realice en todo evento, es decir, sea por
caso de renuncia o despido, y aún cuando el empleado haya
trabajado en un periodo inferior a un año en la empresa.
La medida, que se
aplicaría voluntariamente a contratos nuevos, “pretende que el trabajador tenga
la opción de indemnización a todo evento, pero por la mitad de eso,
medio mes al año”, según explicó el economista Joseph Ramos, miembro del comité
que dio forma a la propuesta”. CNN CHILE – 12 -2 -2019
Son los primeros pasos con que los detentadores del poder
pretenden eliminar un nuevo derecho histórico, fruto de largas luchas del
movimiento sindical chileno y que hasta 1973 no tuviera tope en cuanto al
máximo de años de servicio a ser recompensados.
Y es que este es el punto central de la discusión.
El pago de
indemnización es de alguna manera la compensación que debe pagar el
patrón a aquel a quien por tantos años de trabajo tuvo a su servicio y que con
su trabajo generó muchas más ganancias que el equivalente a un mes por año de servicios.
No se trata de un
“favor” al trabajador, es una retribución mínima a quien dio parte
importante de su vida con un objetivo único. Generar enormes utilidades de las
que solo se apropia el dueño de la empresa.
Esta acción expropiatoria del capital no es nueva.
Es la contraofensiva de los poderosos y se da a nivel
mundial. Es la reacción de quienes hartos de ser golpeados con leyes que
otorgaban algunos derechos a sus trabajadores, cerraron el puño e impusieron
gobiernos cuyo objetivo era minimizar los derechos laborales y profundizar las
libertades para que el capital actuara con total impunidad.
Cuando no pudieron engañar con su discurso, contaron con
militares para hacer el trabajo sucio. Con la falsa muletilla de la
modernización hicieron trizas las normas regulatorias que tanto sacrificios
costó a miles de trabajadores en el mundo entero.
Así recuperaron sus granjerías e instalaron el miedo como
instrumento principal de dominación.
Cuando producto de la lucha popular se fueron abriendo
nuevos espacios democráticos, muchos de los que tuvieron la vocería de millones
de descontentos, se entregaron a los designios del capital y abandonaron las
promesas de cambio y recuperación de derechos, o bien guardaron descarado
silencio y las promesas de lucha las canjearon por espacios en parlamentos, que
solo siguen sirviendo el mandato de los poderosos.
Este es
el duro escenario que nos toca enfrentar como trabajadores en el siglo XXI.
Fue a finales del siglo pasado cuando tomó forma el
proyecto que culminaría en el Seguro de Cesantía. Muy pocos llamaron la
atención en lo que se venía a futuro.
La propuesta no dejaba de ser interesante (sobre todo para
quienes solo piensan en su bolsillo) ya que se trataba de cotizar en un sistema
que entregaría a los trabajadores
dineros frescos para cuando cesaran sus labores en una empresa cualquiera.
Solo había que aportar un
0,6% de la remuneración, lo demás lo ponían los patrones. Mal negocio
resulto para los trabajadores, pero estos no contaron con un instrumento de
organización que mirara un poquito más allá de sus narices.
Poco importa si en estos más de 15 años de vigencia del
Seguro aumentaron las renuncias voluntarias e incluso la aplicación de algunos
números del artículo 160 del Código del Trabajo, a fin de cuentas el trabajador
ahora cuenta con su platita del seguro de cesantía. Así vendieron su engendro
el gobierno y el sindicalismo oficialista.
De lo que no se quisieron dar cuenta la mayoría de quienes
lo avalaron (salvo la COTIACH que expuso su oposición al interior de la CUT, cuestión que a posterior provocó
su desafiliación de esta entidad) es que las indemnizaciones por año de
servicio disminuirían en aproximadamente
un 20%, debido a que los patrones adquirieron la facultad de descontar de dicha
indemnización (que solo se paga por necesidades de la empresa) su aporte al Seguro.
En concreto, a los patrones les sale gratis el Seguro de
Cesantía y con toda seguridad recibirán condiciones similares para esquilmar su
indemnización a millones de trabajadores, que seguirán creyendo que todo su
problema se circunscribe a recibir algunas monedas más, luego de las maniobras
del capital.
El golpe final que se prepara tiene entonces la misma
génesis que implicó el término del subsidio de cesantía.
Se creará un sistema nuevo de indemnización, que
probablemente termine siendo obligatorio para quienes se contratan por primera
vez y voluntario para aquellos que tienen contrato vigente.
Que no se
diga después que no lo advertimos
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El 12 de Febrero se cumplió un año más desde la fundación
de la Central Unica de Trabajadores en
1953 y de la constitución del CIUS en año 2015.
Ambas instancias sindicales fijan como cuestión primaria y
fundamental la preocupación por los derechos de la clase trabajadora.
Ambas, pese a la diferencia en tiempo desde que se
constituyen tienen claro que el gran enemigo de los trabajadores es el capital
y que su primario objetivo es la educación de la clase y su preparación para
construir organizaciones poderosas que les permitan desarrollar una lucha que
vaya entregando victorias, las que al sumarse lleven a la construcción de una
sociedad más digna y justa.
La CUT fue traicionada desde adentro. Entregó su gestión a
la decisión de diversas fuerzas políticas que se repartieron responsabilidades
y cargos, siendo incapaces de mantener la autonomía e independencia necesarias
para no caer en el abandono de las demandas de la clase trabajadora.
El CIUS es el resultado de diversos ejercicios de unidad y
se puso como objetivo único aglutinar en su seno a todas aquellas
organizaciones que siguen convencidas que más allá de los avances de todo tipo
de los que se puede jactar la humanidad, la explotación sigue siendo
inmisericorde con los que menos tienen por lo que estos tienen el deber de
rebelarse contra el sistema que los oprime.
La CUT actual es un pobre remedo del instrumento de clase
de los trabajadores chilenos del siglo XX.
El CIUS es la base de la Central Clasista de Trabajadores y
Trabajadoras.
Los trabajadores no deben perderse cuando deben decidir
sumarse a la organización que les represente, al instrumento que no renuncie ni
mediatice sus aspiraciones.
El
trabajo será largo y duro. Pero la victoria será nuestra. No hay dudas de ello.
MANUEL AHUMADA
LILLO
Secretario de la
CGT CHILE
Presidente de la
Central Clasista de Trabajadores y Trabajadoras