PULSO SINDICAL Nº
378 DEL 16 DE ABRIL AL 02 DE MAYO DE 2019
Hemos
conmemorado un nuevo primero de mayo.
Hemos
conversado con miles de trabajadores en los días previos y en muchos
percibimos desconocimiento e incluso
temor, cuando les hablamos de la clase trabajadora y sus luchas. Como que no se
sienten parte de ella. Por eso queremos compartir con todos esta reflexión.
El concepto clase
obrera, clase trabajadora o proletariado “designa al conjunto de trabajadores que,
desde la revolución industrial, aportan básicamente el factor
trabajo en la producción y a cambio reciben un salario o contraprestación económica, sin ser
propietarios individuales de los medios
de producción. Se contrapone así a
la clase
capitalista o aquel sector
social que acapara el capital”
Podemos decir entonces que la clase trabajadora es
aquella que sin ser propietaria de las empresas y de los que estas tienen,
trabaja para ellas y recibe una compensación económica que regularmente no
guarda relación con todo el esfuerzo que hace el trabajador.
¿Entonces ¿porque el temor e incluso rechazo cuando
se llega a los trabajadores con un discurso de “sindicalismo clasista”?.
No se trata del invento de “algunos izquierdistas
extremos” como suelen decir quienes temen a toda posición clara y concreta de
los abusados en sus derechos.
Tampoco de un discurso trasnochado sobre cosas que
ya no existen.
Se trata simplemente de la verdad, una verdad incómoda para muchos, pero
absolutamente vigente.
El Sindicato o la organización que reúne a los
trabajadores en torno a sus aspiraciones más sentidas, debe ser siempre un
instrumento de defensa y de propuestas.
Defender los derechos de los trabajadores es más
que un deber, es una obligación que tiene que hacer suya cada dirigente.
Esa y no otra es la obligación de la organización,
de sus dirigentes y de sus asociados.
Ser clasista,
entonces, es asumir con propiedad en qué lugar de la cancha se está jugando. Entender que
no todo se solucionará con modificaciones legales o algunos beneficios en los
instrumentos colectivos.
Es saberse parte de un sector social que ha sido
discriminado históricamente.
Es entender que a nosotros nos corresponde
construir una nueva sociedad, en la que nuestras familias puedan vivir
dignamente.
Ser clasista es sentirse orgulloso de estar en el
lado de la clase de los trabajadores.
Es asumir que nuestro adversario es el capital y
que a este no se le derrota solo con palabras, que es fundamental la
organización.
Palabras simples, elementos concretos.
Somos parte de una clase y tenemos la obligación de
estudiar hasta comprender porque hay unos pocos que explotan y unos muchos que
son explotados. Entendiendo esto seremos capaces de asumir que tenemos el pleno
derecho de exigir respuestas a nuestras demandas más sentidas y desde ahí
avanzaremos hasta explicarnos claramente la existencia de las organizaciones
que nos cobijan y defienden sin concesiones.
Las concesiones no son más que aquellos discursos
blandengues que nos dicen que para tener una cosa debemos renunciar a otra.
Es la defensa irrestricta de los derechos de los
trabajadores lo que hace la diferencia entre una organización clasista y la que
no lo es.
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La
CGT y otras organizaciones se definen como clasistas y tras un largo proceso de
análisis y trabajo unitario llegaron a la conclusión de que no quedaba otra que
construir una organización que los aglutinara.
No
se puede seguir esperando que otros (gobiernos, parlamentarios) hagan las cosas por nosotros, porque los
resultados no serán buenos. De allí que resolviéramos ponernos a trabajar para
educar a los trabajadores, apoyarlos en la construcción de organizaciones
clasistas y luego todos juntos luchar por lo que es de justicia.
Es
con esa convicción que nació la Central Clasista de Trabajadoras y
Trabajadores.
Un
ejercicio de unidad de los que creen en los trabajadores como actor fundamental
en el desarrollo de la sociedad, una apuesta para buscar las salidas a la
postración y la desesperanza en la que han caído muchos de nuestros hermanos y
hermanas trabajadores.
El
desafío inicial de la recién constituida Central Clasista era articular su
estructura de dirección y desarrollar el proceso de elección universal de sus
dirigentes, tanto en Santiago como en regiones. Luego de 8 meses de trabajo
logramos un trabajo armónico y constante
en la dirección ejecutiva y nacional, además de articular un proceso de
elección universal que nos permitirá elegir al directorio nacional, la
directiva de la Región metropolitana e iniciar el proceso de organización en la
8va, 9na y 12va regiones.
Si
a eso unimos el trabajo permanente de propaganda y comunicaciones, las salidas
regulares de agitación y educación sindical que se articulan en los “Puntos
Clasistas” y las actividades de conmemoración de luchas obreras, no podemos
sino sentirnos satisfechos.
La
Asamblea Nacional del 22 de marzo dio el vamos al itinerario para el proceso de
elección universal y con posterioridad el 22 de Abril se constituyó la Comisión
Electoral, entidad que deberá velar por el correcto desarrollo del proceso
electoral, a realizarse entre los meses de Julio y Agosto de este año.
La
primera labor de esta comisión fue tomar conocimiento de la información
entregada por la Tesorería en cuanto a que organizaciones estarán habilitadas
para votar así como la cantidad de asociados de las mismas.
Y
es que el pago mensual de las cotizaciones es el único instrumento que valida
la participación y la acción de cada una de las afiliadas. Durante este mes de
mayo la comisión electoral dictará las pautas y normas para la inscripción de
candidaturas y luego se entregará el cronograma con fechas y lugares de
votación para que el clasismo organizado proceda a votar y elegir a sus
dirigentes. Llegamos con 240 sindicatos y 20.000 y algo más de afiliados, por
lo que lograr una participación del 50% o más de los votantes será un gran paso
adelante.
Se
avanza y eso será siempre importante.
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Este
primero de mayo nos mostró que vamos por el camino correcto, pues en torno a
las banderas del clasismo se unieron decenas de organizaciones sociales y
políticas.
En
la marcha clasista participaron las enseñas de trabajadores de la empresa
privada y públicos, pobladores, estudiantes básicos, secundarios de institutos
y universitarios, feministas de clase, pueblos originarios, junto a las
banderas de muchos partidos y movimientos políticos.
Todos
unidos en torno a las demandas de la clase.
Por
eso la represión fue más descarada y dura que otros años.
No
pudieron minimizarnos con la censura, no pudieron negarnos las calles pese a
las campañas del terror. Ni siquiera consiguieron que los trabajadores se
fueran a la marcha preferida de las autoridades de gobierno.
Han
dicho “allá liderazgos y objetivos claros, acá destrozos y caos” y para ello no
escatimaron esfuerzos.
Cientos
de carabineros hostigándonos desde la partida, registros y requisas. En cada
calle que da a la Alameda entre Brasil y Matucana efectivos policiales como en
dictadura, prestos a gasearnos con lacrimógenas, mojarnos y darnos de palos
porque si no más.
Como
si con ello nos fueran a quitar las ganas de luchar.
Este
año reaparecieron los provocadores e infiltrados. Bien equipaditos y con su
vestuario oscuro, destruyendo con fierros y martillos todo lo que tenían a su
paso, a vista y paciencia de los policías.
Cortaron
la marcha, se enfrentaron con nuestros compañeros y compañeras que les
increparon, estuvieron siempre recibiendo ordenes de 1 0 2 tipos que tenían
claramente definido su plan y lo cumplieron a la perfección.
De
dónde vienen? Serán, como describió Edgardo Marin en El Mercurio de mayo de
2018 “los que van a las marchas no para luchar por algo o
contra algo, sino a romper. cualquier cosa: una luminaria, un semáforo, una
cabeza, un vehículo. La cosa es romper. Me dicen que muchos de estos encapuchados
se suben después de los destrozos a los
buses policiales ordenadamente, pues
serían policías de civil. Esto
tampoco sorprende a la ciudadanía, que los creen capaces de hacer cosas peores de las que hacen de
uniforme”
El
alcalde de Santiago y la Intendente nos han invitado a dar la cara y es bueno
que sepan que nunca la hemos ocultado. Ellos nos culpan de los desmanes y
destrozos, pero lo hacen por una orden de gobierno pues tienen muy claro que no
tenemos nada que ver.
¿Será
posible que junto a las policías revisen todas las cámaras que están instaladas
en la Alameda para “protegernos de la delincuencia” e identifiquen de una buena
vez a los que provocan el caos?.
Dirigentes
sindicales y marchistas nos han dicho que los jefes de “los gurkas” actuaron a
rostro descubierto y con tanta tecnología disponible a la autoridad no le costaría
nada dar con los responsables.
Reprimieron
los carabineros como en dictadura, provocaron descaradamente las carabineras de
quienes tenemos sus nombres por si la autoridad de verdad quiere iniciar una
investigación. Y por último y para que
nadie se confunda, el incendio de la tienda comercial se produjo en el sector
más copado de carabineros, donde actuaba en guanaco y se lanzaron decenas de
lacrimógenas.
Y
pese a todo logramos sacar adelante nuestra conmemoración y también se logró el
objetivo en Talcahuano, el sindicalismo clasista vive y se irradia por todos
los sectores.
La
tarea recién comienza.
MANUEL AHUMADA LILLO
Secretario C.G.T.
CHILE
Presidente Central Clasista de Trabajadores y
Trabajadoras
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