PULSO SINDICAL Nº 349 DEL I6 AL 31 DE
DICIEMBRE DE 2017
Esta
quincena está marcada por la lucha heroica que dieron hace 110 años los
trabajadores en Santa María de Iquique. Momento suficiente para sacar lecciones
y decidirnos a buscar las respuestas, que permitan a la clase trabajadora jugar
su rol liberador.
Por eso
entregaremos a contra de este Pulso un trabajo por etapas relacionado con lo
que llamamos “sindicalismo clasista”
POR UNA ORGANIZACIÓN CLASISTA DE
TRABAJADORES
Según diversas definiciones el sindicalismo es “un
sistema que se ocupa de representar y velar por intereses de los trabajadores
frente a los empleadores”, estableciendo además que ”el sindicato es “la
entidad a través de la cual hace efectiva su labor”. https://www.definicionabc.com/social/sindicalismo.php
En palabras
nuestras, el sindicalismo es la acción de defensa ante los abusos y el
sindicato el instrumento con el que los
trabajadores representan, ante la
patronal, sus demandas y aspiraciones.
A su vez el
concepto clase obrera, clase trabajadora o proletariado “designa
al conjunto de trabajadores que, desde la revolución industrial, aportan
básicamente el factor trabajo en la producción y a cambio reciben un salario o
contraprestación económica, sin ser propietarios individuales de los medios de
producción.
Se contrapone así a la clase capitalista o aquel sector social que acapara el capital”
https://es.wikipedia.org/wiki/Clase_obrera
De la misma
manera que en la primera definición, podemos decir que la clase trabajadora es
aquella que sin ser propietaria de las empresas y de los que estas tienen,
trabaja para ellas y recibe una compensación económica que regularmente no
guarda relación con todo el esfuerzo que hace el trabajador.
EL SINDICALISMO, LOS
SINDICALISTAS DE CLASE
¿Porque
comenzar con estas definiciones, tomadas desde el internet y que por lo mismo
son de uso común, tanto para los trabajadores como para sus familias?
Simplemente
como una forma de atacar desde la raíz los miedos y los temores que expresan
muchos trabajadores, cuando se llega a ellos con un discurso de “sindicalismo
clasista”.
No se trata del
invento de “algunos izquierdistas extremos” como suelen decir quienes temen a
toda posición clara y concreta de los abusados en sus derechos.
Tampoco de un
discurso trasnochado sobre cosas que ya no existen. Se trata simplemente de la
verdad, una verdad incómoda para muchos,
pero absolutamente vigente.
El Sindicato o
la organización que reúne a los trabajadores en torno a sus aspiraciones más
sentidas, debe ser siempre un instrumento de defensa y de propuestas.
Defender los
derechos de los trabajadores es más que un deber, es una obligación que tiene
que hacer suya cada dirigente. Y no se trata solo de defender aquellas leyes
que existen - que si han llegado a
ser leyes, y aunque algunas apenas ayudan, es porque hubo trabajadores
organizados exigiendo respuestas – sino también de hacer propuestas que
dignifiquen la condición de los asalariados y de sus familias.
Esa y no otra
es la obligación de la organización, de sus dirigentes y de sus asociados.
Ser clasista, entonces, es asumir con propiedad en qué lugar de la cancha
se está jugando. Entender que no todo se solucionará con modificaciones legales o algunos
beneficios en los instrumentos colectivos. Es saberse parte de un sector social
que ha sido discriminado históricamente. Es entender que a nosotros nos
corresponde construir una nueva sociedad, en la que nuestras familias puedan
vivir dignamente.
Ser clasista es
sentirse orgulloso de estar en el lado de la clase de los trabajadores. Es
asumir que nuestro adversario es el capital y que a este no se le derrota solo
con palabras, que es fundamental la organización. Esto y más es ser un
sindicalista de clase.
EL ORIGEN DE LO QUE VIVIMOS HOY
Como explicarlo
sin enredar en exceso a quienes se resisten o no alcanzan a conocer sobre los
orígenes de sus sufrimientos? Vamos a intentarlo.
En la segunda
mitad del siglo XVIII comenzaron a construirse las primeras máquinas para la
industria textil. La utilización del agua y el carbón para nuevos fines provocó
grandes cambios, los que se extendieron a otras áreas de la industria. Se
construyeron vías férreas, carreteras. Comenzó la producción en serie de
artículos de todo tipo.
Así avanzó por
toda Europa la revolución industrial.
Fue relegado a
puestos secundarios el artesanado. Millones de seres humanos comenzaron a
migrar desde el campo a la ciudad, las que comenzaron a crecer rápida y
desmesuradamente. Muchos de los que llegaba a estas no tenían donde vivir.
Fueron atacados por pestes y enfermedades varias, ante la carencia de mínimas
de normas de higiene. Los obreros recibían salarios miserables por largas
jornadas de trabajo, debiendo emplear a mujeres e hijos para alcanzar algún
sustento para la familia.
Apenas lograban
sobrevivir.
Habían nacido
los patrones y los proletarios, como antes existieran el señor y el siervo, el
esclavo y el amo. 3 etapas de la historia de la humanidad que están marcadas
por un patrón común.
En cada una de
ellas, abusos, explotación, carencias, dolores para los abusados.
Sin embargo,
con la instalación del capitalismo el ser humano adquiere otra condición. Ahora
es libre de vender su “fuerza de trabajo”. Nadie lo obliga a prestar servicios
a un patrón y sin embargo el maltrato está igual o peor que en su condición
anterior de siervo y esclavo. Cambió la condición, más no la forma de vivir de
millones.
Con la
instalación de las maquinas, la irrupción del capital y la aparición del
patrón, el hombre es libre de vender algo que posee - la capacidad de pensar y
actuar con su cuerpo - sin embargo sigue siendo maltratado.
Pausa necesaria
entonces para explicar que no es un invento de disociadores la afirmación de
que existe explotación, que no es una fantasía decir que existen clases
sociales.
Es una verdad
indesmentible que los menos son dueños de la mayor cantidad de bienes y
recursos económicos, en desmedro de los más.
Cierto es que
esto comienza a mediados del 1700 y que las condiciones en que vivían los
trabajadores y su grupo familiar hoy se ven lejanas, como un mal sueño.
Sin embargo no
podemos olvidar ni por un momento que, si hubo avances, fue producto de las
luchas que dieron los mismos trabajadores.
Viviendas
dignas, jornadas de trabajo adecuadas, sueldos mensuales, alcantarillado y agua
potable, electricidad, eran las exigencias del proletariado naciente.
Nada les ha
sido dado a los trabajadores y sus familias. Si lograron lo que lograron fue
por que pudieron constatar que estaban siendo explotados y encontraron la
respuesta para responder a ello. Se reconocieron clase y se organizaron para
confrontar a su contraparte.
¿Queda claro
por qué decimos que somos parte de una clase?
¿Se entiende
nuestra afirmación de que los trabajadores deben darse una organización que,
considerando lo que sufren y viven, sea capaz de hacer propuestas y luchar por
ellas, sin renunciarlas ni acomodarlas a los gobiernos de turno?
LA FUERZA DE TRABAJO
Previo a seguir
vale la pena analizar este concepto, ya que en la medida que el trabajador lo
maneja aprende a mirar de manera diferente el mundo en el que vive.
“Según Marx, la fuerza de trabajo es la
capacidad de trabajo del trabajador, empleada en el proceso de trabajo que,
junto con la materia objeto de transformación y los medios de producción, forma
parte de las llamadas "fuerzas productivas". La fuerza de
trabajo debe distinguirse de su rendimiento, materializado en el objeto de la
producción, al que se denomina "trabajo realizado".
En el trabajo realizado hay "algo más"
que en la simple fuerza de trabajo (que es lo que se retribuye): hay una plusvalía
(que crea el trabajador con su fuerza de trabajo, pero que se apropia el
capitalista). "La fuerza de trabajo añade constantemente al producto,
sobre su propio valor, una plusvalía que es la encarnación del trabajo no
retribuido" (El capital, t. 11, cap. VI.).”
www.webdianoia.com/glosario/display.
En tiempos de
la esclavitud y del feudalismo el hombre no era libre. Él y su capacidad de
trabajar le pertenecían a un dueño, quien disponía para sí de todo lo que el
hombre hiciera. Cuando vino la revolución industrial el capitalista necesito
del obrero para hacer funcionar las maquinas, pero no lo podía obligar, como en
tiempos anteriores.
En el
capitalismo el trabajador es dueño de su inteligencia y de su fuerza física (es
lo que llaman fuerza de trabajo) y viene
en suscribir un acuerdo con el dueño del capital para venderle fuerza de
trabajo.
Lo que el
patrón paga por esa fuerza es lo que le permite al dueño de la misma (el
trabajador) alimentarse y reproducirse.
El producto que
genera la fuerza de trabajo del hombre se llama mercancía y tiene un precio
mayor que lo que se paga por la fuerza de trabajo.
La diferencia
entre una y otra es la ganancia, de la que se apropia el patrón.
HAY CAMBIOS PERO TODO SIGUE
CASI IGUAL
Ciertamente
mejoraron las condiciones, el abuso en estos tiempos es menos visible pero no
por ello dejó de existir. Simplemente está mejor disfrazada la explotación.
Ya ni siquiera
se llama trabajadores a los proletarios, se les dice colaboradores, integrantes
de una gran familia. Y sin embargo sigue siendo evidente que del resultado del
proceso de trabajo, solo el patrón disfruta.
Es el patrón
quien se apropia de toda la ganancia (también llamada plusvalía), mientras el
trabajador debe vivir endeudándose, tomando créditos para satisfacer sus
necesidades y las de su grupo familiar. ¿Cuál es entonces la diferencia entre
lo que se vivía en los primeros decenios de la revolución industrial y
ahora?
En el siglo XXI
los trabajadores están menos conscientes del rol que cumplen en la sociedad.
Han perdido la capacidad de luchar por lo que les pertenece, parecen desconocer
hasta sus derechos básicos como disfrutar de las ganancias generadas con su
trabajo, vivienda, salud y educación para sus hijos, un medio ambiente sano y
un sinfín de otras necesidades.
Es momento de
romper esta inercia malsana. El trabajador debe luchar por lo que merece y para
ello requiere de organización. Organización de clase.
Organizarse para luchar por lo que se necesita no es un delito. Es un deber
irrenunciable.
CONTINUA EN EL PRÓXIMO PULSO SINDICAL
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T CHILE
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