PULSO SINDICAL DIARIO DE LA CGT CHILE
29 mayo 2023
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"..Y ella los pelaba con gran estoicismo suspirando se lamentaba cuando llegara el socialismo .."
canta Mauricio Redoles
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1.- Visitar el cerro Chena siempre será una experiencia inolvidable, por mucho que año a año se le recorra en días como este del patrimonio, o cada 6 de octubre cuando se recuerda a los fusilados en la casa del techo rojo, ahí en la loma declarada sitio de memoria después de una lucha de muchos años, encabezada por los familiares de las víctimas.
Participo pues fui de los pocos que pasó por ahí y sobrevivió, además que me han entregado el alto honor de guiar a las viejas y nuevas generaciones en un recorrido emotivo, en el que damos cuenta cómo se vivieron esos días que para muchos resultaron ser la antesala de la muerte. Y pese a que se tiene claro todo y así se relata, siempre hay un hecho nuevo que vale la pena compartir. En esta ocasión fue la presencia de una compañera que ratificó que por ese sitio también pasaron mujeres.
Desde antes de las 10 comenzaron a llegar quienes harán el recorrido y recibieron una interesante información relativa a la posesión de tan amplio espacio a lo largo de los siglos y cómo llegó este a manos del ejército. Luego, caminando y en vehículos, nos dirigimos a la zona conocida como La Escuelita.
Ahí está el galpón donde nos alimentaron los cancerberos, ya se ha secado la acequia en que pudimos lavarnos el día en que fuimos declarados prisioneros de guerra, incluso sigue enhiesto el gigantesco plátano oriental donde fueron amarrados con alambres muchos que sufrieron simulacros de fusilamiento. Sin mayores cambios el amplio espacio donde pudimos reconocernos, conversar, abrazarnos y enviar mensajes a la familia, el único día en que por varias horas estuvimos sin vendas ni vejaciones hasta ya entrada la tarde de un 29 de septiembre de 1973.
2.- Y este año había algo nuevo, sobrecogedor y emotivo. Por primera vez, a casi 50 años del golpe, pudimos ingresar a una de las 4 salas de clases donde estuvimos prisioneros. Me senté en el suelo y apoyé la espalda en la sala contigua a la que nos sirvió de celda, mientras relataba a los asistentes como hacíamos contacto a través de las vendas, tocándonos con nuestros codos y diciendo frases cortas casi en susurro.
Esas salas están llenas de voces, quejidos, dolores y también afecto y cariño de compañeros.
Con el corazón apretado y compartiendo en grupos, enfilamos hacía la casa del techo rojo, el último lugar que vio con vida a muchos de los valientes que por esta escuelita pasaron.
Estuvimos aquí nuevamente y será así mientras las fuerzas nos acompañen, para contar lo que aquí se vivió. Y cuando llegué el momento, serán todos los que nos han escuchado quienes mantengan viva la memoria.
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MANUEL AHUMADA LILLO PRESIDENTE DE CGT CHILE
Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria
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